miércoles, 17 de noviembre de 2010

Testimonios.

Felicita Osorio y María Teresa López son testigos de los cuidados de alivio o paliativos que brinda el hospital. Ambas padecen las etapas más severas del cáncer de matriz.  

Osorio es originaria del municipio de Acajutla y López del departamento de La Paz, pero desde enero comparten sus alegrías y tristezas en el mismo hospital. Ahí los tratamientos y estancia por tiempo indefinido les son completamente gratuitos.

“Solo atendemos enfermos con cáncer porque son pacientes que hasta ahora han permanecido en la vulnerabilidad, pues nadie los atiende, sobre todo, en la fase terminal”, comentó la Directora del hospital, María Julia García.

Ambas pacientes admiten con cierta timidez y resignación que “gracias a Dios” encontraron un lugar donde vivir con dignidad sus últimos días, dado que sus familias no pueden darles los cuidados pertinentes.

“Yo sé que es grave lo que tengo, pero lastimosamente me di cuenta muy tarde y mi familia está triste, pero vienen cada fin de semana a verme”, expresó López.

Casi al mismo tiempo, Osorio señaló que nunca antes sintió dolor, por lo que no se percataba del avance de la enfermedad. Fue hasta que llegó al Hospital de Maternidad que conoció de la gravedad de su estado físico y la remitieron para La Divina Providencia.

Entre las pacientes también resalta Ana Lilian Alvarenga, quien el sábado cumplió 50 años. Su rostro pálido luce cansado, debido a la leucemia.

Dicha enfermedad afecta cada día sus glóbulos blancos e interfiere en la producción de glóbulos rojos y plaquetas, esto la deja muy débil.

Alvarenga nació en Chalatenango desde donde su familia resiente su ausencia. “Las plaquetas se me disminuyen y por eso prefiero que me visiten a ir yo”.

Entre los tratamientos, las citas médicas en el Hospital Rosales y las actividades de las religiosas que dirigen el hospital, las tres mujeres y el resto de hospitalizados no perciben tanto el correr del tiempo.

“Con las actividades alegran nuestras vidas aún en la enfermedad”, afirma la chalateca.
Sin embargo, dar atención médica y psicológica tiene sus costos. El hospital tiene que “hacerse de tripas corazón” para no cobrarle ningún centavo a los pacientes.

La directora del centro asistencial explicó que han subsistido durante 44 años gracias a la buena voluntad de los donantes nacionales e internacionales, así como, del personal de salud y otras carreras afines que trabajan ad honorem.

“Nosotros ayudamos a disminuir su dolor, darles una calidad de vida y confort tanto al paciente como a la familia, porque para ambos es estresante estar acompañando a un paciente y no saber que hacer en su casa, además, es muy doloroso ver morir a un familiar, pero nosotros creemos que todo paciente tiene derecho a morir bien”, explicó la también religiosa.

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